martes, 8 de julio de 2014

Blanca.

 Una noche más. La hoja blanca, delante de ti. Tan blanca como tu mente, vacía de ideas. Momentos de duda, momentos de arrepentimiento, momentos de ‘¿y si mejor…?’, de indecisión, de inseguridad. Momentos en los que no sabes que sientes, sientes que debes de gritarlo, pero…gritar, ¿el qué?. Frustración al no poder. Sentada, repitiendo inconscientemente movimientos inútiles. Desbloqueas el teléfono. No hay ningún mensaje. Soledad ante una hoja vacía. A las agujas les da igual que la hoja siga vacía, incansables, giran. Y así, la luz pasa a desaparecer y el sueño aparece con la luna.  Una vez acostada, sueñas con esa hoja que dejaste en blanco, miles de palabras  se tatúan en ella formando lo que tú querias decir pero no pudiste. Se adaptan al papel perfectamente.  Te abandonas en la noche, aferrándote a la visión de esa hoja que ya  no está vacía.  Al levantarte, todo se repetirá. La hoja, seguirá allí, blanca, vacía.


TYL

No hay comentarios:

Publicar un comentario