Reseña: La mala costumbre

 

Título: La mala costumbre

Autora: Alana S. Portero

Editorial: Seix Barral 

Nº de páginas: 256

ISBN: 9788432242182

Fecha de publicación:

Narrada desde una singular y desgarradora voz en primera persona, La mala costumbre recorre la adolescencia de una niña atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, que intenta comprenderse a sí misma y al mundo en el que vive, desde su infancia en una familia de clase obrera en el barrio de San Blas, arrasado por la heroína en los años ochenta, hasta las noches clandestinas en el centro de Madrid de los noventa. Como en una versión bastarda del viaje del héroe, yonquis, divas pop y ángeles caídos la acompañan en un viaje vital en el que, al final, serán otras mujeres quienes le ayuden a superar la violencia que encuentra a cada paso.

Cuando decidí añadir este libro a mi lista de lectura empecé a verlo seguido por Instagram, pensé que era casualidad, pero no, es que es una maravilla.

Me tomo la licencia poética de llamar Sempre a nuestra protagonista aunque ella no tenga un verdadero nombre, quien haya leído la novela lo entenderá.

La mala costumbre nos muestra la vida de una niña trans en el barrio obrero de San Blas durante los años 90, Sempre nace y crece en una familia en la que el trabajo y el desconocimiento (y el miedo) distancia a sus habitantes que perciben que algo no acaba de estar bien pero sin saber cómo afrontarlo (“Sólo teníamos amor en bruto”). La curiosidad y la necesidad pronto se abren paso y la acompañan y conducen a un Madrid en el que puede explorar todo aquello que le aterroriza y a la vez le fascina.

Lo sólido de la pluma de la escritora no evita que nos conmueva hasta las lágrimas en más de una ocasión al presentarnos lo que, en principio no parece el escenario más idóneo, y transmitiendo una belleza cruda pero real, una belleza desesperada a base de confusión, miedo pero sobre todo sentimiento de pertenencia. Esta solidez no es tosca ni mucho menos, Alana tiene frases reales, duras pero también preciosas que expresan a la perfección lo que pretenden.

    — Mi madre había echado más patatas a la olla, que se habían cocido en lo que tarda en darse una paliza.

La ambientación de la novela se construye con sus personajes y con su manera de expresarse al igual que Sempre se construye a sí misma a través de sus gustos y de las personas que se va encontrando en su camino.

Alana S. Portero en su primera novela nos regala un viaje al Madrid de los 90 político, humano y desgarrador a más no poder pero preciosa a la vez, con unos personajes tangibles que pasan a formar parte de nosotros de una manera que no acabo de comprender aún.