Las palabras se disparan, una tras otra, rompiendo candados, quemando muros. Despertando viejos fantasmas.
Como si aquella pantalla fuera un espejo. Rompe a llorar.
Le han cortado la mordaza del silencio. Rápido, fuerte, brusco.
Duele.
Duele saber que no es un sueño. Duele saber que no es su única protagonista.
La realidad la entierra.
Lee, asume, reconoce. Sus miedos, sus dolores, sus sombras que se presentan en tercera persona, también marcaron a la persona que está al otro lado. Y como ellas otras tantas personas, sin rostro, sin confianza, sin realidad. Otra tantas personas que odian, que viven soñando una pesadilla en blanco y azul.
Como si aquella pantalla fuera un espejo. Rompe a llorar.
Le han cortado la mordaza del silencio. Rápido, fuerte, brusco.
Duele.
Duele saber que no es un sueño. Duele saber que no es su única protagonista.
La realidad la entierra.
Lee, asume, reconoce. Sus miedos, sus dolores, sus sombras que se presentan en tercera persona, también marcaron a la persona que está al otro lado. Y como ellas otras tantas personas, sin rostro, sin confianza, sin realidad. Otra tantas personas que odian, que viven soñando una pesadilla en blanco y azul.
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