Un atardecer en tus brazos y una sonrisa en los ojos.
Una vela apagada de un beso para que la oscuridad te ilumine la cara.
Una imagen sin sombra la noche de un viernes y un cálido abrazo en un banco.
Unas huellas que nadie va a seguir y un halago que jamás se inventó.
Aquella tranquilidad en el ruido de tu risa y la seguridad en tu caos.
Cada mañana despierto para soñar sin ti y desayunar buenas noches con sabor a ayer.
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